Cada día los griegos amanecen con una protesta, con una concentración. Cada día recorre la calle una manifestación en contra de los recortes, de las subidas de impuestos, de la reducción de plantillas, del desempleo…, se deja sentir el drama que viven los ciudadanos.
Los innumerables palos sectoriales se suman a las seis huelgas generales
durante el pasado 2011. Los griegos se sienten cada vez más enojados y
angustiados ante un futuro sin esperanza. Más allá de las grandes cifras
macroeconómicas, los griegos hacen cuentas y no les salen, su situación
empeora. Ninguna de las medidas impuestas por el gobierno griego para ser
merecedor del rescate financiero de la Unión Europea y del Fondo Monetario
Internacional han logrado poner punto a la crisis, es más, la terapia solo ha
logrado que sea más profunda que hace un año y los griegos temen que desemboque
en catástrofe.
Medios de transporte
La crispación y la presión estallan ante un nuevo retraso de los autobuses.
Los que esperan en las paradas no entienden porque muchos pasan con el rótulo
sin servicio y no paran. Sin transporte público, muchos atenienses ni pueden
llegar a sus trabajos, cada vez más precarios, ni regresar a sus casas. Hay que
estar atentos a las convocatorias de paros para no llevarse sorpresas ya que a
lo largo de este año se han multiplicado las huelgas. Sin autobús, metro o taxi
resulta difícil moverse por Atenas, una extensa ciudad con más de cinco
millones de habitantes casi la mitad de la población de Grecia.
Mercados, centros de asistencia social
y empleo
Un buen barómetro de la presión de la crisis son los mercados semanales en
los barrios populares de Atenas. Antes la clientela se apresuraba a llegar a
primera hora para conseguir los mejores tomates o fruta, ahora cada vez más
espera a última hora cuando comienzan a
bajar los precios para conseguir lo más barato o, incluso, rebuscar entre lo
desechado.
Otro barómetro son los centros de asistencia social donde cada día llegan
más personas que quizá nunca hubieran pensado que necesitarían su ayuda. Sin
embargo, otros han sucumbido a la desesperación. Entre las consecuencias
dramáticas y alarmantes de esta crisis se encuentra el suicidio que se ha
duplicado, sobre todo, entre los hombres de mediana edad.
Las oficinas de empleo están cada vez más concurridas, unos acuden con
resignación, otros con indignación. El paro no deja de subir hasta casi el 17%,
pero esta cifra oficial deja fuera el subempleo y la precariedad. Según Corina
Vasilipoulos, periodista del diario Eleoutherotopia,
hay un paro invisible porque hay mucha gente que tienen un salario o un trabajo
fijo, pero su empresa tiene problemas económicos y tarda mucho en pagarles.
Esta es una forma de paro muy sutil que no está en ningún documento oficial.
Hay personas que están en paro desde hace años y que ya se han desesperado y
han dejado de buscar trabajo y gente que de repente tiene que vivir con mucho
menos de lo que recibía y, además, le piden cada día pagar más.
Negocios
Basta con recorrer un barrio popular de Atenas para constatar esa caída
económica y social que sufren los griegos. Los turistas no abarrotan las
tabernas, ni tan siquiera llegan. Es la Atenas que nunca sale en la postal ni
se menciona en las guías. Por sus calles se suceden los locales cerrados y los
escaparates cruzados con los letreros que anuncian “se vende” o “se alquila”.
Buena parte son pequeños negocios y familiares muy vulnerables a las subidas de
impuestos y a una clientela en baja. Es el sector que más ha sufrido, hasta
ahora, la crisis y su quiebra ha llevado al paro a más de 250.000 personas. Ni
siquiera se salvan aquellos que venden productos básicos como, por ejemplo, las
panaderías, cuyas ventas han bajado un 50% en los últimos meses.
El Gobierno
La decisión de ampliar el fondo de rescate y
recapitalizar los bancos, que tomaba el Gobierno de Yorgos Papandreu a
finales del mes de octubre del pasado año, fue
un intento más por evitar la ruptura de la zona euro.
Esta iniciativa acordaba en Bruselas un recorte del 50% del valor de la
deuda griega en manos de los bancos privados junto con un segundo rescate. Un
respiro para Grecia y para la eurozona, pero los detalles aun estaban por
cerrar y de ello dependía el compromiso definitivo de la banca.
Incertidumbre generalizada
En las calles domina el escepticismo y queda por ver si la reestructuración
de las grandes cifras frenará la crisis. Nadie confía en que la ingeniería
financiera se traduzca en la recuperación de su propia economía, ahogada por
los recortes, los impuestos, la falta de trabajo y deudas particulares
imposibles de pagar y que nadie rescatará.
Según sostiene el helenista y escritor Pedro Olalla, Grecia está inmersa en
un plan de rescate al que se ha forzado y que se ha ejecutado sin
transparencia, se le ha impuesto al país. A la vista de los resultados y de la
evolución es una opinión cada vez más generalizada que se ha pensado para
satisfacer a los acreedores y no para rescatar al pueblo.
Despidos
Los funcionarios y empleados de empresas públicas encabezan buena parte de
las protestas y manifestaciones. Ya han sufrido recortes en sus salarios, pero
saben que lo peor está por llegar, una reducción del 30% de la platilla que
comenzará por enviar a la reserva a unos 30.000 funcionarios con un 60% de su
salario, en caso de que no se recoloquen quedarán en la calle.
Además, son conscientes de que la mala imagen que tienen entre sus
conciudadanos no es gratuita. La administración pública con crisis o sin ella
necesita una reforma.
Impuestos
Los griegos se sienten cada vez más abrumados por nuevos impuestos, una
tasa de solidaridad del 3% de su sueldo, un impuesto especial por la vivienda,
un 23% de IVA… Sin embargo, alegan que no se toman medidas para atajar la gran
evasión, una lacra reconocida junto con la corrupción.
Aris Hatzistephanou, periodista griego, reconoce que el gran problema de
recaudación en Grecia es, en primer lugar, que la Iglesia, que es la gran
terrateniente, no paga en absoluto impuestos, las navieras que poseen una de
las mayores flotas del mundo tampoco pagan o pagan unos impuestos mínimos. Como
ejemplo afirma que en el 2010 los armadores griegos pagaron unos 12 millones de
euros de impuestos y los inmigrantes las tasas que tuvieron que abonar para su
legalización ascendieron a unos 50 millones.
Jóvenes: generación desafortunada
La emigración es un comentario habitual entre los jóvenes y Australia, uno
de los lugares de emigración griega en la posguerra, es uno de los lugares que
más mencionan. Mientras se sienten incriminados y desconfían de Europa. La
perspectiva pesimista de la generación de jóvenes mejor preparada de Grecia, la
que como mucho puede aspirar a un salario de 700 euros al mes, protagoniza,
semana tras semana, revueltas que sacan a la luz las heridas de la economía
griega y que demuestran que los jóvenes que no encuentran futuro son un
polvorín.
Indignados
La plaza Sintagma es el ágora de todo el descontento, del debate y
discusión, de nuevos movimientos como los “indignados” y el “no pagamos” que
rechazan los peajes y nuevos impuestos como el de la vivienda. Protestas de
ciudadanos ante la imposición de medidas que consideran injustas y que ven que
solo arruinarán su vida.
Fuente: www.cuatro.com y www.rtve.es
Laura C. Chiachio
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